Comportarse pasivamente cuando la situación te es adversa, aunque realmente tienes posibilidades de mejorar, es lo que se conoce como indefensión aprendida.
Y es que la falta de control percibida sobre los propios resultados lleva a una inhibición del esfuerzo.
Una de las formas de crearla es mediante castigo: castigando a un niño (o a un adulto) de forma continuada, por cualquier cosa que hace; pero también se puede aprender en otros entornos, en el colegio, en la sociedad.
Un ejemplo
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