- ¿Y esta playa, qué tal está?, preguntamos. La mujer nos mira y elevando la voz pregunta a su marido, que está mirando a la playa abrazando a un hermoso bebé.
- José ¿como esta la playa hoy?.
- No sé, - dice José -, no me he acercado a la orilla todavía.
Tal fue la mirada de asombro en mi cara, que es en ese momento cuando la mujer nos explica que durante unos vientos tan fuertes como los de los últimos días la playa cambia, la arena esta en suspensión y todo parece piedra
¿Y allí quedo todo?. Pues no. La playa cerca del hotel, sufrió un cambio espectacular. De ser una playa inhóspita e intransitable por las piedras se transformó. Apareció una franja de arena para pasear, el escalón que nos impedía entrar al agua se suavizo, hasta casi desaparecer. Una vez asentada la arena, el agua cristalina nos dejo ver los peces de la orilla. Si no lo veo, no lo creo.
Paseando por esa playa, miraba al mar y a la estrecha orilla. Me imagino el mar como nuestro inconsciente y la arena nuestro consciente. De vez en cuando nos acercamos a la orilla, y dejamos que la parte inconsciente nos moje los pies o nos sumergimos en ella, mirándola con nuestras gafas de buceo. Y aunque nos guste acabamos volviendo a terreno seco.
Cuando vamos a la playa, donde la presencia de los elementos es tan fuerte, la tierra, el agua, y el solo, nos exponemos sin saberlos a una limpieza energética. Ya que estos tres elementos resuenan con los tres primeros chakras. La tierra nos conecta con la comida, el agua con los sentimientos y el sol con la energía.
Esta exposición a los elementos sea quizá la razón por la cual siempre se dice... "es que aquí se vive de otra forma"
Esta exposición a los elementos sea quizá la razón por la cual siempre se dice... "es que aquí se vive de otra forma"
Algunos se zambullen en esta oportunidad de oro, castillos en la arena, paseos, snorkel... y cuando el cuerpo tiene suficiente nos vemos leyendo o con el móvil en la mano.
Aunque también es posible que nos hayamos expuesto demasiado y como la playa azotada por el viento, tendremos que esperar hasta que el paso de los días nos asiente.
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